5.25.2007

Venturas robóticas en la capital Pixapin (BCN II)

Aunque cada vez va quedando más lejos en el tiempo, proseguiré con un capítulo más de las aventuras aralianas en BCN. Lo cierto es que Conguito sólo fue el principio...
Tras los cuatro días de arduas negociaciones se terminó la macropartida onusiana. Finito. Para celebrarlo salimos en masa por los infames pubs del puerto y los Conguitos insensibilizamos nuestros oídos frente a bisbales y yennifers a golpe de long-islands (al ser país subdesarrollado teniamos descuento). Amanecí el domingo en Passeig de Gràcia ya sin disfraz de persona seria y con un enorme signo de interrogación apretándome el coco. Y ahora qué? Tres días y medio y un colchón en un salón rojo esperándome.
El 70% de mi actividad se centró en las actualizaciones con compañeros de antaño y varios encuentros fortuitos entre los más de 3 millones de habitantes de la capital camaca que hicieron creer a más de uno que nunca la había abandonado. Pero, como siempre, hubo tiempo para la exploración. Primera parada, el Elèctric-bar, viejo conocido, que afortunadamente continúa en su línea de albergue de poetas, cuentacuentos, frikis varios y músicos de toda clase y condición. Esta vez tocó pop gabacho para un pueblo sin calefacción, los Butano Bazaar entonaron sus odas a las sinapsis, al clásico gas que les da nombre y hasta se marcaron una versión de la mítica canción de los Electric Six.
De mi paso fugaz por los stands que había montados en la Facultad de Historia conservo un ejemplar de "Falo #1" revista gratuita (y sospecho que de un sólo número) para la "liberación masculina contra el patriarcado" y es posible que un día no muy lejano alguno de los textos inspire un post-encuesta general sobre los mitos del orgasmo masculino que tan duramente ataca el autor de "Falo". Mi siguiente destino fueron un lote de Fronteras, y no sólo las de la exposición coproducida por el CCCB y el Musée des Confluences de Rhône, sino también otras experimentadas en vivo. Andaba Arale sumergida en la videoinstalación sobre Korea del Norte tras haber hecho el viaje clandestino de Camerún a París con un tal Kingsley, cuando una cincuentona de aspecto afable y con un acento curioso me pidió que le tradujera al inglés los textos sobre Korea. Una vez cumplido mi cometido proseguí mi viaje hacia Cachemira previo paso por un análisis del Fortress Europe. Pero la señora parecía haber topado con su guía ideal y aprovechándose de mi buen humor e incapacidad de darle una negativa me fichó como su intérprete personal. Por pura inercia le pregunté de dónde venía. Surprise, surprise. Israel. Haifa más concretamente. Vengo a ver que cuentan de nosotros en esta exposición. Y tú me lo vas a contar. Hmmmm. ¿Era ella la enviada de Shiva para hacer de contrapunto a cuatro días de activismo propalestino en el Consejo de Seguridad? ¿Del Mossad? Fuera quien fuera, la experiencia me resultó altamente frustrante. El fragmento de la exposición dedicado al muro palestino-israelí y el texto que me dediqué a traducirle íntegramente sólo le arrancaron un irónico "bla,bla,bla... how interesting" mientras avanzaba hacia otra sección ligeramente indignada por lo "soso" y "triste" de las fotografías del muro en comparación con las de Cachemira. En una última intentona, le transmití suavemente mi preocupación por el muro, especialmente por la asfixia económica que suponía para todos los palestinos que trabajaban habitualmente en Israel y la consiguiente desesperación generalizada, caldo de cultivo ideal para mártires y manipulaciones políticas. "Es que no podemos arriesgarnos a dejarlos pasar, cualquiera puede llevar una bomba, y además todos desean nuestra desaparición" :( Como era de esperar, el microdebate amistoso no llegó a ninguna parte. Para ella todos los palestinos eran terroristas y punto. Continuamos la visita, pero a mí la mezcla de rabia y frustración me impidieron disfrutar del resto de la exposición. Como guinda final, en plena instalación "Ocean Malecón Drive" me suelta "Ojalá tuviéramos nosotros una frontera natural como la que separa Havana de Miami". Qué triste escuchar algo así en un lugar dedicado precisamente a promover la visión opuesta. Ntch.
Las melodías del didgeridoo a la sobremesa sirvieron para suavizar mis ánimos y me sintonizaron en modo serendipia para la última sesión de aventuras aralianas con tesoros, torneros, contenedores y abogados de por medio...
To be continued (algún día)

Menovky: