Ruanda. Silencios y Gritos.

Cynthia McKinney es una mujer cautivadora. Capaz de escupir las verdades mas horrendas y de cautivar a todo un auditorio con su sentido del humor. No se anda con chiquitas y cree fervientemente en lo que hace. Al menos esa fue la impresion que me dio al escucharla el mayo pasado en Barcelona sentada junto a Jordi Palou, abogado de la Corte Penal Internacional. Ambos son los principales impulsores del Forum Internacional para la Verdad y la Justicia en el África de los Grandes Lagos. Su objetivo: luchar contra la impunidad en Ruanda y la region de los Grandes Lagos. Porque el juego sucio y la tragedia no termino con el fin del genocidio ante el que las potencias occidentales hicieron oidos sordos.

Antes de escuchar a McKinney y a Palou, toda idea que habia en mi cabeza relativa al genocidio de Ruanda estaba cubierta de esa simplista etiqueta "conflicto etnico". A grandes rasgos recordaba la estupida division racial de los belgas, los anhos de favoritismo tutsi, la "venganza hutu", radio de las mil colinas, hotel Ruanda, etc. Alli, en el col.legi d'advocats de BCN oi por primera vez fuertes acusaciones de magnicidio contra Kagame, actual presidente de Ruanda (a veces presentado como heroe) y, lo que me resulto mas sorprendente, de su implicacion directa en las dos guerras que Uganda y Ruanda declararon contra la Republica Democratica del Congo con la connivencia de los grandes poderes. Concretamente contra la region vecina. Que hay en el este de Congo? Mucho coltan, tambien conocido como Columbita-Tantalita. Ese cuyas minas estan alimentando un refortalecimiento de la esclavitud en pleno siglo XXI. Ese, cuya presencia es quasi-omnipresente en moviles, ordenadores y demas aparatos electronicos de nuestro dia a dia.

Por que cuento todo esto ahora? Pues porque, cumpliendo con obligaciones academicas me sumergi en un articulo de 2001 que, pese a no contar nada nuevo, me lleno de rabia, porque todo eso es "tan solo" parte del pasado, la historia aceptada de la que aun faltan muchas piezas horribles. Y como la misma autora dice en el articulo, pese a las multiples disculpas publicas de Clinton, nada ha cambiado en la administracion estadounidense que vaya a mejorar su modo de reaccion en crisis semejantes. En su investigacion, S.Power cita el diario de crisis (mayo 1994) de un oficial estadounidense, su frustracion deja pocas dudas:

A military that wants to go nowhere to do anything—or let go of their toys so someone else can do it. A White House cowed by the brass (and we are to give lessons on how the armed forces take orders from civilians?). An NSC that does peacekeeping by the book—the accounting book, that is. And an assistance program that prefers whites (Europe) to blacks. When it comes to human rights we have no problem drawing the line in the sand of the dark continent (just don't ask us to do anything—agonizing is our specialty), but not China or anyplace else business looks good.

We have a foreign policy based on our amoral economic interests run by amateurs who want to stand for something—hence the agony—but ultimately don't want to exercise any leadership that has a cost.

They say there may be as many as a million massacred in Rwanda. The militias continue to slay the innocent and the educated ... Has it really cost the United States nothing?