Que Quevedo me perdone...

ADVERTENCIA: Androidiano soneto bastardo fruto de observaciones sistemáticamente frívolas. Dejen sus suspicacias y sensibilidades varias en la puerta antes de entrar. Puritanos e inquisidores, absténganse de esta lectura por higiene mental. Quevedo, perdóname, mañana mismo me pongo a hacer algo de provecho con mi vida.
Fin de la advertencia.

Érase un hombre a un falo pegado,
érase un rabo más bien paleto,
mas prodigioso para el coqueto
con dicho báculo agasajado.

Estimóse por Dios designado,
pese a su cipote analfabeto,
como amo del lugar por decreto
y sobre toda hembra potentado.

Reinó petulante cual Tarquino,
creyendo eterna su pitocracia,
hasta que se amotinó el pepino:

"Meu, eres una puta desgracia,
no quieren déspotas, so cretino,
sino deleite con democracia"
["Y sin jas, esto no tiene gracia"]

Dedicado (con más cariño del que parece) a todos los donjuanes, petimetres, cortejadores y misóginos encubiertos que este androide ha tenido el placer de observar
desde ambos lados de la barra de un bar